domingo, 8 de noviembre de 2009

Hunting High And Low

Me siento al lado de una mujer que escribe en el colectivo.
"Y este profundo silencio..."
Para sentarme tuve que interrumpirla, una de las bolsas que colgaban de su cuerpo se apoyaba donde pretendía acomodarme.
"sueños...", "ver más...", "la luz..."
Palabras que robo de reojo. La mujer escribe, mira hacia afuera y vocifera. Relee. Sigue vociferando. Unas flores de plástico blancas que asoman de uno de sus petates me rozan las rodillas.
"Yo soy..."
Escribe de a dos o tres palabras. Se pierde quién sabe dónde y retoma.
En un momento arquea el papel, protegiéndolo de mis águilas marrones. Tapa su lapicera. Me mira fijo por unos segundos. Abolla el papelito y lo arroja por la ventanilla.
Obviamente, tuve que cambiarme de asiento.
MC.
07.11.2009 - Sábado, 12.45 hs.
Línea 166.

lunes, 31 de agosto de 2009

Living la foto loca! - II


No sé si lo que más me gusta de esta foto es la cara de feliz cumpleaños de Chiche, tenedor en mano, o la portación de pelucas de Lidia VS Aurelia. Creo que ambas cosas por igual.
Peter G, supongo que esta foto te gustará especialmente, vos deberías estar en ese asado en Longchamps, posiblemente potreando por ahí, espacio para hacerlo sobraba. A mí me faltaba exactamente un año para nacer.

Imagen: Primero pensé en Alfredo, pero en Octubre del '72 tenía tan solo 20 años, dudo que estuviera "embolándose" en un asado familiar a esa edad. Posiblemente alla sido Nora, ya que La China es la que asoma pilosamente detrás de Atilio!.
PERDÓN POR LA MENCIÓN CASI COMPLETA DEL ÁRBOL GENEALÓGICO!.

lunes, 27 de julio de 2009

Núñez

Gracias por el desayuno.
Por las fotos recién saliditas del horno. Por los actos de fe.


6.
De perderte me quedarían
nostalgias como palomas negras.
Palabras como manchas
y recuerdos venidos a menos dejando huellas sucias.
Si te fueras me dejarías
gritos como disparos en el cuerpo.
Abrazos blandos. Caricias duras.
Ojos turbios. Bocas muertas.
Fantasmas del ayer y del después.
Ángeles sin alas. Demonios sin infierno.
Muñecas sin vestidos.
Cárcel sin cerrojos.
Detrás de tu partida vendrían
miedos sin nombre,
culpas con rostro.
Estaciones sin trenes.
Preguntas vanas, respuestas ajenas.
Y si así fuera comenzaría a enumerar motivos,
a redactar el manifiesto del olvido,
testamento de mi ser,
si te hubieras ido.

PAULA HEWSON
Julio 2009.

Imagen: Martín Katz.

miércoles, 1 de julio de 2009

Seis cuadras más tarde


“Riiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiinnnnnnng!!!!
Pero vos NO SABES el grado de odio que le tengo al timbre, CARAJO.”


01.09.2006, Marce Vivar, comentario hecho mientras escribía un mail, al sonar el timbre en horario de clases en la EAF.

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Escucho el timbre del portero eléctrico y tiro de la puerta.
Entonces salgo. Avanzo en línea recta, y comienzan a cruzarse las imágenes ante mis ojos, y mis pupilas se dilatan excitadas para no perder ninguna partícula de luz de los dibujos nocturnos.

Acabo de salir del vientre de una horrible Valkiria de enormes colmillos, soberbia y déspota, que me devoró trozo a trozo para luego cagarme, no con el fin de liberarme sino por necesidad física.
Aún con los restos de su mierda camino.

Lo primero que cruzo es a una niña que esta hablando con otros chicos, ella en la vereda y los otros en un balcón de un primer piso. Ella tiene que entrar a su casa y saluda a una de las nenas:
“- Chau Ana…”
Se queda esperando.
Cómo Ana no contesta repite el saludo, esta vez más fuerte:
“- CHAU ANA…”
Recién entonces Ana devuelve la cortesía.
Y la nena de la vereda entra tranquila.

Esa necesidad de reconocimiento, esa carestía que produjo la falta del saludo me remitió a mi niña pasada. De alguna forma me reconocí en esa criatura que no podía irse sin tener un adiós que la hiciera sentir afirmada, y por unos momentos vagué en los recuerdos infantiles, buscando por milésimas de segundo en el cajón mental alguna situación en la que yo hubiera tenido que repetir un saludo ante mis “colegas” de la niñez.

Unos pasos más adelante puteo mentalmente al taxista que viene mascando bronca al volante de su auto y que no me permite cruzar antes que él.

Cuando llego a la avenida, me detengo ante la orden del hombrecito colorado del semáforo, y me encuentro ante una Cabildo que se me asemeja al Golden Gate. Siento que tardaré unas siete vidas en cruzarla para poder llegar hasta el otro lado.

Veo cómo se cierra de golpe la persiana de un departamento de un piso alto. No lo escucho. Solo lo veo y recuerdo cuánto me gusta espiar los interiores de los ambientes que se desnudan a la calle sin el pudor de las cortinas.

Tomo envión y procedo a cruzar todavía a pie –aún no me arrastro- la enorme distancia hacia la otra vereda y cedo el paso a una mujer que viene de frente cargada con bolsas de supermercado, y no puedo evitar pensar que a mí no me hubieran dejado el lugar e inevitablemente me habría golpeado contra el brazo de la mujer, puteada a flor de labios, de eso no cabe ninguna duda.

Todavía tengo restos de las asquerosas secreciones intestinales de la Valkiria.

Me cruzo con un grupo de hombres que salen de una cancha de fútbol cinco, quienes tropiezan con mi presencia, haciéndome tambalear en mi paso firme, absortos en los culos de tres adolescentes que caminan a mi lado. La hipótesis de que a mi paso, nadie cede el suyo, se convierte al instante en teoría.

Ya del otro lado sigo avanzando y veo el interior de una empresa sobre la cual no puedo determinar el rubro, y a la misma altura, pero en la vereda de enfrente (es la segunda vez que intento escribir “vereda” pero tipeo “verdad”, no sé si es dislexia insistente o acto fallido) observo un departamento bastante antiguo, en el primer piso de un edificio, que se encuentra a la venta. Y pienso que sería bueno trabajar en esa empresa –fantaseo con dejar mi currículum vitae, y dentro de la fantasía pienso si sería mejor presentarlo con los antecedentes laborales de oficinista o con los de fotógrafo- y vivir exactamente enfrente. Se me ocurren también, en esos pocos segundos que dura el mambo, algunas situaciones en las que mis compañeros sabrían que vivo allí enfrente y que podrían causar serios problemas regidos por la envidia.

También veo a una mujer que camina mirando hacia el suelo y que gesticula sostenidamente. La pasa en el camino un hombre que también va mirando las baldosas en las que pisa mientras habla solo, con las manos en los bolsillos y paso muy corto y rápido. Entonces noto que mi caminar siempre es sereno y atento, con la cabeza en alto y la dignidad intacta, aún oliendo a bosta de Valkiria.

Cruzo la vidriera de una pizzería y trato de recordar cuánta plata tengo en la billetera, porque estaría bueno recurrir al delivery esta noche.

A metros de mi casa husmeo en mi balcón, en búsqueda de las luces prendidas que siempre olvido.
Esta todo apagado, y me dan unas ganas súbitas de pasar por el videoclub. Entonces delibero otros segundos sobre la posibilidad de retroceder e ir a buscar alguna película bien triste, mientras revuelvo mi cartera tratando de dar con las llaves, pero ganan las ganas de seguir avanzando.

Ya sacudida la mierda de mi lomo, abro la puerta y encaro al ascensor. Por esos milagros de la vida no me encuentro con vecino alguno.

Tengo ante mí la frágil puerta del tercero “B” y la abro apurada. Abro y nadie se sorprende ante mi llegada.

Me estoy lavando las manos –o tratando de hacerlo mientras la gata negra que tengo por roommate pelea por quitarme el lugar en el lavabo-.

Me miro en es espejo.
Elijo un cd.
Decido pedir comida.
Me siento aquí.

Es hora de encender otro cigarrillo.

Paula Hewson.
29-09-2006

valquiria o valkiria
1 - f. Cada una de las divinidades de la mitología escandinava que en los combates designaban los héroes que debían morir.

Imagen: Ignacio Pons.

sábado, 20 de junio de 2009

Living la FOTO loca! - I

“Visiblemente dotada de un trasero de imponentes dimensiones, jamás nos hubiéramos permitido ceder a la fácil tentación de los sobrenombres habituales; así, en vez de darle el apodo brutal de Ánfora Etrusca, estuvimos de acuerdo en el más decente y familiar de la Culona”

Julio Cortázar. Historias de Cronopios y de Famas – Etiqueta y Prelaciones.

Imagen: del 29 de marzo de 2004. Tomada por Vale Agis, quien supo capturar toda mi esencia, en el mismísimo festejo de su cumpleaños.

viernes, 19 de junio de 2009

Veo veo...

Lo que están viendo Wal, Checho, Nacho y Vale a través de ese bizarrísimo visor moderno (moderno?) de diapos, es la imagen que se encuentra a la derecha, que corresponde a unas vacaciones de Chiche en Mar del Plata -¿dónde más?, cámara fotográfica en mano, cuando aún era lo suficientemente joven como para NO evaluar los peligros mortales a los que, según su actual idiosincrasia, nos exponemos entrando al mar con algo que se pueda mojar y que no sea el pobre cuero de uno!

Lástima que no poseo ninguna imagen de las que tomó en ese momento, como para cerrar la trilogía.

M.C.

Imágenes:
Izquierda: Martín Katz – Octubre 2008.
Derecha: Ni idea, Chiche NS/NC, o más bien no recuerda!.

martes, 16 de junio de 2009

And the winner iiiiiiiiiiiiiiiiiiiisssssssssssssss...

Martín Katz! Primer Premio en el X Concurso Fotográfico Del Banco Ciudad “Gente De Mi Ciudad”

Que tipo! Todavía me pregunto cómo es que puede ver “así”, además de mirar… Salud varón!

M.C.

Imagen: Martín Katz – 10 de febrero de 2009.

Art Deco

Esta foto tiene más de un año y medio. Pero recuerdo perfectamente que al tomarla pensé que era raro encontrar una intervención de este tipo en un cartel que seguramente sería municipal, señalando cruce, o la prohibición de arrojar basura, o cualquier otro de esos anuncios.
Y sobretodo supuse que no duraría nada sin una segunda (o tercera, o cuarta, o quinta…) nueva intervención sobre la ya realizada.
Pero para mi sorpresa, sigue intacto. Lo crucé nuevamente el pasado domingo y me sonreí al verlo intacto.
Lo comparto por eso.

“Como síntesis se puede decir que el Art Deco ante todo BUSCÓ LA DECORACIÓN POR ENCIMA DE LA FUNCIONALIDAD.”

Imágenes: Foto M.C. – Cartel, anónimo…

miércoles, 18 de febrero de 2009

Quién dijo que tres son multitud?!



"Y por llamarle tanto pan al pan y al vino, vino... la gente le miraba mal." J.S.

Me imagino que una reunión con estos tres caballeros podría ser de lo más divertida, seguramente uno saldría con un abanico de anécdotas en los bolsillos!.

Imagen:
Hugo.

"Parada, chofer" o: El que busca encuentra.


Habitualmente tomo el 68. Es un bondi que me cae simpático. En uno de los viajes me ocurrió una de mis mejores anécdotas. EL COLECTIVERO FRENA Y ESTACIONA. APAGA EL MOTOR, SE PARA, NOS MIRA Y NOS DICE: “ME VAN A DISCULPAR, PERO ME ESTOY CAGANDO”. SE BAJA Y SE METE EN UN PIACERE DE LA AVENIDA CABILDO AL 600. UNO DE MÁS ATRÁS EMPEZÓ A APLAUDIRLO Y CLARO, TODOS NOS SUMAMOS.

A esta foto la acompaña un texto que aplica por la zona en la que acontece el relato. El final del mismo puede serles útil a modo de consejos al Sr. Katz y a la Srta. Ojeda, quienes suelen tener el mismo comportamiento que los personajes del cuento:

“Seguimos caminando por Cabildo. Cada uno en silencio, cada uno con su visión interior distinta. Yo, con la visión de un castillo en Irlanda con una adolescente rubia, bella y tuberculosa, tocando el arpa para mí. El Petiso, que tiene alma de actor, bailaba en el teatro más importante de París, con un traje a rayas y un rancho. Estaba la reina de Inglaterra y las mujeres le tiraban flores.
Al llegar a Juramento, yo vi algo en el suelo.
Era una caja roja chata y rectangular. ‘Mirá eso’, le dije al Petiso, que en seguida corrió, la levantó y se la puso debajo del saco. Por las dudas, cruzamos inmediatamente y dimos la vuelta manzana. Cuando retomamos Cabildo, analizamos gozosos el par de medias que habíamos encontrado. Eran unas medias negras, de ésas que se estiran. Ninguno de los dos quiso quedarse con ellas. Resolvimos guardarlas como amuleto.
De pronto a mí se me ocurrió la idea: podríamos dedicarnos a buscar cosas. Nos miramos. Y él estaba decidido.
‘Dejáme mirar al suelo a mí’ - le dije -, ‘vos caminá al lado mío mirando adelante para disimular’.
En la primera cuadra no encontramos nada. En la segunda tampoco, entonces el Petiso sugirió:
‘Una cuadra cada uno. Una cuadra yo miro para abajo y vos para arriba: en la que viene vos mirás al suelo y yo cuido para no atropellar a la gente y que no nos pisen los coches’. Ese día no encontramos gran cosa. Apenas una moneda de cincuenta, una bombita de luz, quemada, dos ruleros y una escopeta de juguete aplastada por los coches y sucia de alquitrán. Pero la cosa pintaba.
Quedamos en encontrarnos al día siguiente a las nueve y media de la mañana, en Cabildo y Echeverría.
Y ese día nos fue mejor. Eran apenas las doce del mediodía y ya teníamos una birome con poco uso, un aro, cuatro monedas de diez, una caja de alfileres marca «El Jeque» completamente intacta, una traba de corbata y una malla de reloj con el papel de celofán y todo.
En un café, pusimos todo sobre la mesa e hicimos el recuento.
Además, sobre una servilleta de papel, anotamos las experiencias:
1º: El cordón de la vereda es mucho más fructífero que el centro de la misma.
2º: Las esquinas y las paradas de colectivo son más proclives a las pérdidas que el centro de la cuadra.
3º: La hora cercana al mediodía es cuando la gente pierde más cosas.”

“La Felicidad” de Isidoro Blaisten

Imágenes:
Adrián. Antiguas fotos de la línea 68, que antes circulaba como "la 268".